miércoles, 8 de octubre de 2014

La Metamorfosis de mi Vida. Parte 1

Desde que tengo uso de razón siempre he querido tener mi propio negocio, creo que lo tengo en mis genes. Mi abuelo materno tenía una tienda de abarrotes y en mi infancia en las vacaciones de verano me gustaba acompañarlo y me encantaba la sensación de atender a los clientes.  Sin embargo era raro ver al abuelo en las fiestas o en las vacaciones porque “tenía que atender el negocio”; aunque siempre amable, también lo recuerdo cansado pues pasaba entre 12 y 18 horas trabajando. Entonces decidí que eso no era para mí.

Decidí seguir en la escalera académica y hasta el segundo año de la preparatoria todavía no sabía que iba a estudiar, todo mundo me decía que estudiara medicina, pues tenía habilidades para el área de químico biológicas pero no estaba convencido, pues tenía la idea de que un médico debía siempre estar disponible para atender a sus pacientes y lo que yo buscaba era libertad de tiempo.

Así que decidí estudiar nutrición, siempre me he considerado un visionario, a principios de 1990 había pocos nutriólogos en México y pensé que era una carrera con mucho futuro debido al aumento progresivo de obesidad en nuestro país, además me ofrecía lo que buscaba, un acercamiento a la parte clínica, atención a pacientes, una carrera nueva y con mucho futuro, la posibilidad de mi propio negocio al abrir mi consultorio y sobre todo poner mis propios horarios, para mí la carrera ideal.

Al terminar la universidad, hice mi servicio social en uno de los hospitales más prestigiosos del país, el Instituto Nacional de Nutrición y Ciencias Médicas Salvador Zubirán y al terminar tuve una plaza temporal en el departamento de Nutriología Clínica durante 2 años más, adquiriendo una gran experiencia en el área.

AUTOEMPLEADO
Al terminar mi estancia académica decidí abrir mi consultorio en Morelia, Mich. ya que las condiciones eran ideales, solo habían 3 nutriólogos más en toda la ciudad, muchos pacientes y suficientes hospitales públicos y privados.

Con toda la ilusión acondicioné mi consultorio ideal, hice publicidad y salí a los hospitales a buscar oportunidades de trabajo esperando un gran éxito financiero, hice cálculos y a razón de 6 horas de consulta por día, 2 pacientes por hora, pues eran 12 pacientes por día y 72 pacientes por semana a razón de (en ese entonces 1998) $150 pesos por paciente eran $10,800 pesos por semana, además de los pacientes hospitalizados, era una pequeña fortuna!!!

Cuál fue mi sorpresa y desilusión que pasaron 6 meses antes de que pudiera pagar todos los gastos fijos con el dinero generado de las consultas y ni hablar del retorno de la inversión. Había semanas en que mi secretaria ganaba más dinero que yo. Todo mundo me trataba de dar ánimos, pero yo me sentía cada vez más incómodo. Pasaban las navidades y todo el mundo gastando los aguinaldos y yo haciendo recortes de gastos para pagar la renta y el aguinaldo de mi secretaria con solo 2 o 3 semanas de consulta (históricamente los pacientes dejan de asistir a consulta de nutrición a partir del 18 de Diciembre). Échale ganas, no te preocupes, el año que entra va a mejorar “el consultorio se hace con las nachas” siempre me decían mis vecinos médicos de la unidad de consultorios. Para mí una actitud demasiado pasiva.

Y en los hospitales privados para hacer nutrición clínica, ni hablar, acaparado por un pequeño grupo de médicos. Y en los públicos, peor, la burocracia en pleno. En uno después de varios meses de trabajar como voluntario, me ofrecieron $1,750.00 mensuales (si leíste bien, mil setecientos cincuenta pesos) entrando con plaza de intendente, pero encargado de la jefatura de nutrición, con toda la responsabilidad de las nutriciones enterales, parenterales y el servicio de alimentos a cubrir 60 horas por semana. Obviamente tampoco era para mi…..

EMPLEADO

En el inter me casé y varios meses después en el trabajo de mi esposa le ofrecieron un cambio lateral en la empresa (el mismo puesto y prestaciones) en Guadalajara (hermosa ciudad en donde estudié mi licenciatura) y decidimos cambiar de ciudad con $8,000.00 en la cuenta de banco (apenas para 2 o 3 meses de renta).

Toqué muchas puertas, tenía solo 60 días para lograrlo, ahora en busca de la “seguridad” de un trabajo en alguna empresa, quería sentir el cobijo de un sueldo fijo y creciente, prestaciones y bonos. 

Busqué trabajo en hospitales públicos y privados, laboratorios farmacéuticos y ninguna oportunidad se presentó. Fui a la bolsa de trabajo de la universidad en donde estudié y en el camino me encontré a la coordinadora de carrera, a la cual le platiqué mi situación o sin dudarlo me ofreció una materia para dar clases, esa idea nunca había pasado por mi cabeza, siempre dije que nunca iba a dar clases, pero mi situación era desesperada y sentí el lema “pues chamba es chamba” y no lo dudé ni 3 segundos, a iniciar con la docencia (en lo que encontraba otro trabajo).

Para los que estamos en la docencia no es raro firmar contratos temporales cada inicio de ciclo (semestral o cuatrimestral), de esta manera las escuelas se comprometen contigo mientras dure el mismo y al terminar firmas tu renuncia para volver a a iniciar si eres recontratado. Como siempre puse mi mejor esfuerzo y al siguiente ciclo me aumentaron a 2 materias más, y al siguiente otras 2 más, clases en diplomados, etc. de tal manera que ya en un año estaba ganando mucho más que lo que ganaba en mi consultorio y no tenía que repartirlo con otros (jajajajaja excepto con Hacienda, IMSS, INFONAVIT y el Sindicato).

Al cabo de 3 años más me ofrecieron un puesto administrativo de medio tiempo como coordinador de investigación (no manches!!!, yo investigador wwwwooooowwww, nunca me lo hubiera imaginado) además me pagaban extra mis clases, esto era la gloria!!, por fin tanto esfuerzo me estaba dando frutos.

Todo me parecía genial, parecía un mundo de ensueño, un puesto elegante en una universidad privada, dinero constante y creciente, hasta que llegó la realidad de lo cotidiano, trabajaba de 7 am a 8 pm (con 2 horas de descanso), juntas, juntitas y juntotas, la coordinación se convirtió en ser un revisor de la ortografía y en corregir el formato de las tesis de los muchachos, hacer una guía metodológica que nunca era suficientemente buena (según los jefes), diseñar líneas de investigación que no formaban constructos, hacer la logística de los coloquios de investigación cada cuatrimestre y en organizar a los maestros de metodología en los contenidos de la materia. La ilusión se convirtió en estrés constante y en agotamiento.

Mientras tanto en lo financiero inició la carrera de la rata como dice Robert Kiyosaki, es decir que lo que ganaba la mayoría se gastaba, había que comprar y/o renovar muebles para la casa, ropa, zapatos, computadora, encontramos una nueva y escalofriante frase “pague a meses sin intereses” y hasta compramos un carro nuevo, ¿porque no?.

Ahora lo que ganaba tampoco era suficiente y necesitaba más dinero pero no tenía tiempo para otro trabajo, revisé el famoso tabulador y me encontré que la única solución a corto plazo era estudiar una maestría, mi jefa en ese entonces ya había insistido mucho en que la hiciera “pero no tenía tiempo”, ahora la necesidad hizo que me buscara el tiempo, así que me inscribí en la Maestría en Nutrición Clínica.


Para entonces había olvidado que lo que más quería en la vida era libertad de tiempo, estaba sacrificando mis sueños por dinero……





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